martes, 17 de agosto de 2010

Me ahoga mi propia satisfacción

Me llenaba, me llenaba mucho. Lo disfrutaba. Quizás no le encontré mucho sentido pero seguí haciéndolo. Sabía que me iba a arrepentir. No me importó. Era automático. Era cuestión de no parar (si si además de demente, exagerada). Paré porque sentí que sino iba a ser malo. Paré quizás porque se iba lo bueno.
Fueron unos diez minutos de pura disputa. Que si, porque siempre lo hice. Porque una vez más no le hace mal a nadie. No me voy a morir por esto. No si es sólo por hoy. No, por los demás. No, porque podría volver al pasado, a esa mala sensación sin razón o sentido alguno. No porque simplemente prometí no hacerlo. Prometí frenarme antes.
Fue increíble. Terriblemente malo. Placentero. ¿Grave? Lo tomé como más de lo mismo, pero lo disfruté. Ahora siento un agujero en el pecho.
Ahora me siento culpable. Y obvio que no por mi. Me siento mal porque dije que me iba a frenar. Prometí entretenerme. Pero fue más allá.
Además, si ando pidiendo ayuda por ahí no quiero que parezca que soy una loquita. Aunque lo soy, pero eso sólo puedo decirlo yo.
Me mata el dolor. Juro que jamás en todas mis veces, me sentí así. ¿Qué hice? No maté a nadie. No, no no. Me mato a mi misma. Pero no es por mi. En serio no es por mi. Estoy segurísima. Me hago tantas cosas que esto... no es nada.
La verdad es que me desespera. Realmente no se que hice. Soy una inútil. ¿Soy una enferma? No lo hago nunca. Sólo hoy, sólo hoy..
Perdón.

(Todo por cinco minutos de largar largar y largar todo.)


No hay comentarios: